Un joven que decidió ser cura irá descubriendo en su experiencia formativa los torcidos procedimientos con que la Iglesia católica aborda la sexualidad de sus hijos dilectos. Como víctima de abuso sexual por parte de un preceptor y, a la vez, víctima de sus superiores al articular el silenciamiento del crimen, comienza una compleja travesía interior, enmarcada tanto en los ritos religiosos como en el amor que lo une secretamente a un seminarista de mayor edad.
Este enclave, en que el cuerpo sensibilizado a la violencia, a la sexualidad y al amor parece ya no tener lugar en aquella estructura moral en la que creía y que intentaba habitar, constituye para el joven una apertura de miras a partir de la cual cuestiona las diversas manifestaciones de hipocresía, ejercicios de poder y discriminación como elementos integrales de las prácticas institucionalizadas bajo el signo de la Iglesia y de Dios, lo cual termina significando la negación de lo que fielmente predicaba.